La rivalidad que libraron Clough y Revie ha pasado a los anales de la historia como una de las más férreas, ambiciosas y amargas. También como una de las más bonitas, competidas y apasionadas. Seres carismáticos como pocos que se ganaron a pulso permanecer por siempre en los libros de fútbol. Cada uno a su manera fueron la antítesis perfecta, dejando para el recuerdo una rivalidad que les hizo eternos.

Roma y Lazio. Lazio y Roma. Dos equipos rivales que comparten ciudad y estadio con dos historias distintas y un final a la par. Tan cercanos en el tiempo y tan dispares entre ellos, los giallorosso y los blancocelesti se odian como perro y gato, pero compartieron por un tiempo el sentimiento de victoria. Aquellos dos equipos trajeron de forma consecutiva la gloria y el honor a la ciudad romana, dos títulos de liga llenos de emotividad que desde entonces no se han vuelto a repetir.

Baggio creció rodeado de los mejores. Cuando debutó con la Fiorentina en 1986, tras deslumbrar en el Vicenza a la temprana edad de 18 años, la Serie A estaba repleta de estrellas. Platini y Laudrup jugaban para la Juventus de Turín, Rumenigge y Pasarella para el Inter y Maradona para el Nápoles. Solo un año después llegaron al Calcio Gullit, Van Basten, Völler o Careca. Tanto el nivel de la liga italiana como el de Baggio crecerían con el paso del tiempo hasta convertirse, de la mano, en la élite mundial del fútbol.

Cuenta la historia que, entre finales del siglo pasado y principios de este, hubo una ciudad de la costa gallega que empezó a creer en el fútbol. La mística y el drama, elementos definitorios de la cultura gallega darían forma a una epopeya que años después aún perdura en la memoria de los coruñeses. La magia hizo de las suyas, y de la noche a la mañana el Real Club Deportivo de la Coruña pasó de jugar en segunda división a codearse con los más grandes del fútbol español. Se convirtió en el «Superdépor».

El fútbol al fin y al cabo no deja de ser un producto de entretenimiento. Si asemejáramos el fútbol al último estreno producido en Hollywood, ¿qué personaje encarnaría Jose Mourinho? Posiblemente no sería ni el protagonista ni el actor secundario sino más bien el archienemigo. Pero ojo, debemos comprender el mote archienemigo desde una vertiente positiva, como el jefe final. Mourinho sería el Voldemort de Harry Potter, pero nunca sería Lucius Malfoid o Bellatrix Lestrange.

La caída en desuso del 4-2-3-1, y con ello la lenta desaparición de la figura del media punta, ha provocado a los ojos del espectador la ocultación e infravaloración del clásico “10”.