El Barça está viviendo uno de sus peores momentos de su larga historia. Muchos han sido los malos momentos en la entidad, pero el hecho de ver que lo tienes todo a tu favor y ves como, poco a poco, se destruye y se tira todo por la borda es superior a todos los pasados malos años. 

La debacle blaugrana que se viene produciendo desde hace años no ha ido encontrando soluciones a su paso. Muchas cosas se han hecho mal y muy pocas han sido solucionadas. A las malas decisiones del club, tanto institucionales como deportivas, les ha seguido una complicidad de los asesores y sobre todo de cierta prensa. La falta de crítica, responsabilidad y verdad han sido los mayores aliados de la directiva culé y, a su vez, los mayores enemigos de los que sí que denunciaban la mala y constante gestión de la directiva.

La primera charla de Bartomeu con los jugadores posconfinamiento donde les pidió una rebaja salarial

Dimisiones, contradicciones, enfados, mentiras… es imposible tener una buena gestión institucional con todo esto. A nivel deportivo los malos fichajes, la mala planificación y las licencias a cierto sector blaugrana tampoco ha salido bien. Han sido 4 entrenadores en 6 temporadas: Luis Enrique, Valverde, Setién y ahora Koeman. Y 5 responsables técnicos: Zubizarreta, Robert Fernández, Pep Segura, Abidal y ahora Planes. La improvisación ha sido la principal característica de Bartomeu y sus directivos.

A cada improvisación había un sector que lo denunciaba y un sector que lo ensalzaba. A los que denunciaban se les hacía callar o se les intentaba quitar visibilidad. A los que les ensalzaban les daban gran visibilidad y protagonismo a la vez que filtraciones. El sector ha sido dividido entre los que eran independientes al club y los que no. El mayor fallo ha sido la bendiciones y alabanzas que recibía la junta y el club en momentos donde todos sabían que no era el caso. La mentira para llenar cuotas y no provocar alarmismos ha acabado por explotar y generar un desgobierno y un caos total.

La gestión puramente económica, y siempre de manera improvisada, de Bartomeu sobre el club ha provocado fichajes descontrolados de jóvenes brasileños para el Barça “B”, fuga de talento de La Masía para cuadrar cuentas, intercambios dudosos como el de Cillessen y Arthur, entradas al equipo de jugadores como Arturo Vidal… y todo esto con un fin. El fin ha sido contentar a una plantilla cada vez mayor, con unas fichas muy elevadas y con ciertos amiguísimos que no podían ser destruidos. Alejarse del Cruyffismo y Guardiolismo era una de sus tareas. La mala relación que la directiva Rosell-Bartomeu tenía y tiene con ellos era el motivo.

Quisieron derribar el mito, quisieron cambiar la filosofía, quisieron hacer que los buenos parecieran los malos. Trataron al barcelonismo de tontos y les ha salido mal, aunque han conseguido llevarse al club y todo lo construido por delante.

Bartomeu mientras justificaba culpabilizar al Barça en el caso Neymar.

Muchas cosas se han hecho mal durante estos últimos años, pero la realidad siempre ha estado ahí aunque la quisieran evitar. La planificación deportiva sabía qué tenía que hacer con las fichas elevadas, con ciertos jugadores, con las salidas (no tanto con las entradas), pero no lo han hecho porque querían mantenerse neutros y en su puesto directivo. La solución ahora será dolorosa y lenta, pero están obligados a acertar. Rodear a Messi de gente con ganas de ganar y con el suficiente nivel para poder jugar a su lado; si no es el caso, el Barça correrá el riesgo de la marcha de su mejor jugador.

La reconstrucción del club pasa ahora por los mismos que lo han destruido. Lo han hecho poco a poco y a sabiendas. Mentira tras mentira e improvisación tras improvisación. Su objetivo, ahora, debería ser cuadrar las cuentas del club, dejar trabajar con libertad a Koeman y olvidarse del Barça, para siempre. Hasta el momento los socios tendrán que confiarse en acudir a las elecciones “adelantadas” del próximo 15 de marzo, pues se han negado a dimitir.


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