El rey espartano Leónidas, encarnado por Gerald Butler en la archiconocida película 300, luchó en la Batalla de las Termópilas con sus trescientos hombres contra el ejército persa de Jerjes I, que contaba con 10.000 soldados. Dicho acontecimiento guarda, en cierta forma, paralelismos con la realidad a la que se enfrentan la mayoría de rivales del Espanyol en esta Segunda División.

Conscientes de la enorme superioridad del club periquito, tanto individual como colectiva, los equipos a los que de momento se han enfrentado optan por replegarse y aguardar la mejor ocasión para golpear rápido y, posteriormente, aguantar el resultado. Como es lógico, no suele funcionar, puesto que el bloque compacto que ha creado su entrenador no concede ocasiones y la calidad que acumulan los blanquiazules de tres cuartos para arriba suele acabar decidiendo los enfrentamientos. Sólo hay que ver los números: cinco victorias, un empate y una derrota en las siete primeras jornadas, además de un único gol encajado.

Los de Vicente Moreno han empezado con muy buen pie y, ayer, ante el Mirandés, reafirmaron su buen estado de forma, demostrando que el equipo está capacitado mentalmente para reponerse de la primera derrota de la temporada, que se produjo el domingo pasado en Vallecas. Para el partido de ayer, el antiguo técnico del Mallorca ha realizado algún cambio, pensando seguramente en que éste era el segundo de los tres partidos que van a jugar en una semana. Han entrado en el once los laterales Pedrosa y Óscar Gil, que debutaba como titular, por los habituales Dídac Vilà y Miguelón. También han vuelto al once Melendo y Embarba, que ha pasado el coronavirus.

Vicente Moreno, entrenador del Espanyol, dando indicaciones. 
Al fondo José Alberto, entrenador del Mirandés.
Vicente Moreno, entrenador del Espanyol, dando indicaciones.
Al fondo José Alberto, entrenador del Mirandés.

De todos modos, a diferencia de otros partidos, de nada sirve lo explicado anteriormente, porque los locales se han adelantado en el minuto 2. En una jugada ensayada que se botaba desde el lado derecho del campo y que iba a lanzar Fran Mérida, ha pasado Óscar Gil para pisarla y arrastrar al defensor con la diagonal que ha trazado. Así, Fran Mérida ha podido recorrer unos cuantos metros y, ante la pasividad de los jugadores visitantes a la hora de salir a blocar un posible disparo, el ‘8’ perico ha chutado desde fuera del área con el interior de su magnífica zurda para enviar el balón a la escuadra derecha del portero con una preciosa rosca.

A partir de ahí todo ha transcurrido al gusto de Vicente Moreno, que de momento opta por un juego más reactivo que propositivo y al que no le importa no tener la posesión. A partir de su 1-4-2-3-1 ha construido un equipo que en lugar de presionar espera en campo defensivo, tejiendo una estructura prácticamente impenetrable. Además ha conseguido involucrar a todos los futbolistas de la plantilla en el apartado defensivo y el nivel de concentración es siempre el máximo.

Fran Mérida celebrando 1-0 frente al Mirandés.
Fran Mérida celebrando 1-0 frente al Mirandés.

Finalmente, y sin que sucediera nada importante durante el transcurso del primer tiempo, en el minuto 43 Embarba ha mandado una falta directa al palo, permitiendo que Puado marque de rechace su primer gol de la temporada tras un despiste colectivo de la defensa visitante. La segunda mitad ha sido calcada a la primera, con un poco más de posesión para los de Miranda de Ebro y sin ocasiones, exceptuando un gol anulado a RDT.

Así encara el RCD Espanyol su próximo partido contra el Tenerife, con la tranquilidad del que duerme líder y con la confianza del que ha logrado 16 de 21 puntos posibles hasta la fecha. No nos engañemos, el juego que practica el equipo no está siendo todo lo vistoso que uno pudiera imaginar, pero resulta tremendamente efectivo y parece idóneo para lograr el objetivo, el ascenso directo. Dicho de otra forma, y enlazando con la comparativa trazada al inicio, la evidente superioridad de la plantilla debería permitirles llevar la temporada a buen puerto, puesto que un gran ejército ni puede ni debe ser vencido por otros inferiores, por mucho que éstos luchen, resistan y perseveren.


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