Como dice Galder Reguera en Hijos del fútbol “el objetivo del fútbol ha de ser el de seguir siendo jugado”. No podría estar más de acuerdo en esta afirmación, ya que si las personas con el tiempo decidiéramos dejar de practicarlo, el fútbol dejaría de existir.
Galder, en Hijos del fútbol hace una reflexión extraordinaria de lo que supone el fanatismo por un deporte, y más concretamente, por un equipo, el Athletic de Bilbao. A él le ha llevado a ser desde 2009 responsable de actividades de la fundación Athletic. Lo cual le ha permitido conocer a algunos de sus ídolos de la infancia e incluso, que alguno de ellos se convirtiera en amigo.

autor de Hijos del fútbol
Hijos del fútbol es un libro que hace un recorrido por lo más profundo de la memoria de la vida del autor a través de este maravilloso deporte, desde el primer momento en el que éste le dió la primera patada a un balón hasta que su hijo mayor, anotó su primer gol, pasando por los momentos en los que visitaba el templo del equipo de su vida, San Mamés.
Reguera hace rememorar al lector, a la vez que recorres cada una de sus vivencias, las anécdotas y recuerdos propios con el balón. Esos partidos en el patio del colegio, que horas después se reanudaban en el parque, los entrenamientos en tu equipo, los madrugones de los fines de semana para disputar un partido en la otra punta de la ciudad, o simplemente, celebrar un gol de tu equipo con tu padre, en el salón de tu casa, fundiéndoos en un efusivo abrazo.
Del mismo modo, el libro refleja una de mis mayores preocupaciones, y en la que se basa Hijos del fútbol. He ahí la cuestión. A todo fanático del balonpié le preocupa pensar en el día de mañana, cuando sea mayor y forme una familia. ¿Le gustará a mi hijo el fútbol? ¿Podré disfrutar jugando al fútbol con él? ¿Debería inculcarle la pasión por unos colores?
Yo creo que es inevitable transmitirle a tus hijos tus pasiones. Poco a poco, en los pequeños detalles transmites a tus hijos lo que más te apasiona en este mundo y, los niños que son como esponjas, van absorbiendo cada mínimo detalle. La forma en la que disfrutas viendo un partido o recordando viejos tiempos en los que te divertías jugando al deporte que tanto amas, con el tiempo, irán calando en él convirtiéndolo en un apasionado más del fútbol.
Esto último, quizás puede parecerte lo mejor que podría pasar, que tu hijo siguiera tus pasos, y quien sabe si algún día llegue a ser futbolista profesional, como tú quisiste, o como quiso serlo en su día Galder. Pero que tu hijo adquiera la pasión por unos colores del mismo modo tú, quizás puede ser perjudicial para él.
El mundo del fútbol puede llegar a ser muy hiriente. Para la mayoría de los niños ser futbolista profesional es su sueño, pero sólo unos pocos elegidos llegan a serlo. Por el camino hay muchas piedras, las cuales unos van sorteando con regates y otros muchos tropiezan en ellas y sangran. Por lo que esa enorme mayoría, deberá conformarse el resto de su vida con tener el fútbol en un segundo plano.
«Por el camino de el fútbol hay muchas piedras, las cuales unos van sorteando con regates y otros muchos tropiezan en ellas y sangran»
De este modo nace la definición, muy acertada a mi parecer, que el autor hace de lo que debería ser un fútbol humanista “aquel que establece las condiciones necesarias para que los jugadores quieran seguir practicándolo”. Por consiguiente, si todos somos hijos del fútbol, éste se mantendrá vivo mientras siga transmietiendose de generación en generación.
Como resultado de todos estos pequeños y maravillosos elementos, ahora, su hijo Oihan es un hincha más club rojiblanco, lo quiera o no su padre, convirtiéndose así en otro jugador que querrá seguir practicando este increíble deporte.