El estilo brasileño, por naturaleza, es el estilo de vida del divertimento, del nací para vivir la vida y ser feliz. Y en esas están todos los brasileños que han logrado convertirse en jugadores de fútbol profesional. Pero, precisamente eso, esa manera de vivir la vida es la que los hace completamente diferentes a todos los otros. Cada país tiene sus características vitales, y la de Brasil es la felicidad artística llevada al terreno de juego. Y si hay que poner un nombre a este fenómeno, es el de Ronaldinho Gaucho.
El jugador de Porto Alegre es de esas personas que viven por y para ser feliz sin importar las condiciones en las que esté. Una de las personalidades más reconocidas en el mundo del fútbol -un mundo repleto de focos y seguimiento- pocas fueron, por no decir escasas, las veces en las que no se le vio sonreír. Ronaldinho regala y reparte felicidad. Parece que viva para hacer feliz a los demás, para estar así bien consigo mismo.
Su alto carisma se notaba en cualquier sitio al que llegaba. Su presencia denotaba una particularidad que no todos los futbolistas tienen y eso era innato. El Ronaldinho jugador está ya más que conocido; un increíble driblador unido a un cuerpo de atleta. Esta mezcla es lo que lo hacía imparable cuando cogía el balón y se dirigía hacia el ataque. Podía jugar en espacios reducidos, espacios abiertos, por dentro, por fuera, en conducción, a un toque… sus ganas de vivir la vida se veían plasmadas en el campo con una gran vitalidad. Todo eso, y más, le llevó a ganar todo lo ganable e incluso a ser reconocido como el mejor jugador del mundo en el 2005.
Y aquí llegó la decisión de su vida. Ronaldinho, de por sí, era un imán de personas por su carisma y manera de ser, y el hecho de tocar techo como futbolista, lo aumentó. Él había llegado donde estaba siendo quién era; y eso incluía sus compañías, su hermano, sus salidas nocturnas, en definitiva el divertimento brasileño. No entendió que habiendo logrado lo que había logrado de esa manera tuviese que cambiar de estilo. Al fin y al cabo, él fue capaz de devolver la sonrisa al Barça en unos años oscuros para el club, y de manera redundante, lo hizo con su sonrisa y con su alegría en el campo y juego. Por eso optó con seguir viviendo feliz y regalando felicidad a todos los de su alrededor. Nada reprochable. En Barcelona él podía hacer lo que quisiera, y eso era un sueño para un brasileño tan alegre como él.
«Él había llegado donde estaba siendo quién era; y eso incluía sus compañías, su hermano, sus salidas nocturnas, en definitiva el divertimento brasileño»
Su felicidad siguió unos meses, pero el mismo jugador iba notando como su rendimiento y su alegría futbolística iban minando. La noche y las compañías tenían algo que ver. Pero, al fin y al cabo, esa había sido su decisión y él vivía con eso. Hasta cuando se vio obligado a abandonar el Barça -el club con el que se habían dado tantas alegrías y había intercambiado sonrisas futbolísticas con su afición- él lo entendió. La llegada de Guardiola no incluía a Ronaldinho en sus planes. Y él lo respetó. Ahora otro equipo, otra afición y otra ciudad esperaban su alegría.
El divertimento de Ronaldinho es de las mayores exposiciones del fútbol brasileño. Su felicidad, sus ganas de vivir -tanto dentro como fuera del campo- le ha llevado a ser una personalidad admirada. A sus ganas de vivir también se le sumaba la inconsciencia, tanto suya como de sus compañías, por la cual se ha visto envuelto en varios conflictos, que ni su carismática sonrisa podía librar. Su intento de entrada a Paraguay con un pasaporte falso es la prueba. La defensa de su abogado que fue decir que lo ha hecho “porque es tonto”, deja ver que la marca Ronaldinho se ha comido a la persona. El castigo que pagó fue la cárcel paraguaya, a día de hoy ya cumpliendo arresto domiciliario.
Por su parte, Ronaldinho sigue siendo y viviendo feliz. Más aún, vive feliz porque reparte felicidad y él es una persona que con el simple hecho de hacer feliz a la gente le hace ser feliz. Aun en una cárcel del Paraguay Ronaldinho complació a todos los que le envolvían con sonrisas y ganas de vivir la vida. Fue protagonista en un partido de fútbol dentro de la prisión en el que marcó 5 goles. Su vitalidad sigue intacta.
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