Italia fue el foco del fútbol mundial en la década de los 80’s y 90’s. En 1980, el mercado italiano dejó de lado el proteccionismo que les impedía fichar a jugadores extranjeros y abrió las puertas a los foráneos para que pudieran disputar su competición. Aun así, los equipos estaban limitados a cierto número de extranjeros. Al inicio fue un extranjero por equipo, con el paso del tiempo aumentó a dos y finalmente, a tres hasta la aprobación de la Ley Bosman (1995). La victoria de Italia en el Mundial de 1982 disputado en España, junto con la nueva legislación, atrajo a las grandes estrellas mundiales al país transalpino.

Baggio creció rodeado de los mejores. Cuando debutó con la Fiorentina en 1986, tras deslumbrar en el Vicenza a la temprana edad de 18 años, la Serie A estaba repleta de estrellas. Platini y Laudrup jugaban para la Juventus de Turín, Rumenigge y Pasarella para el Inter y Maradona para el Nápoles. Solo un año después llegaron al Calcio Gullit, Van Basten, Völler o Careca. Tanto el nivel de la liga italiana como el de Baggio crecerían con el paso del tiempo hasta convertirse, de la mano, en la élite mundial del fútbol.

El talento y las estrellas se encontraban repartidas por las distintas escuadras italianas. Por eso, Baggio decidió lucir su talento, puro e innato, por distintos equipos de Italia dejando una huella imborrable en todos ellos. Apodado “Il divino codino” por su larga cola, Baggio no dejó indiferente a nadie a lo largo de la década de los 90. Su magia y plasticidad enamoraron a todo el viejo continente, hasta el punto de ser considerado el mejor jugador italiano de los 90’s.

Florencia le vio crecer

Florencia, capital del Renacimiento, vería nacer y crecer a una joven estrella, aunque como todo lo bueno llevaría su tiempo. Baggio se lesionó de gravedad en septiembre de 1984, en el que sería su último partido con el Vicenza. Sin embargo, a sabiendas de que la lesión iba para largo, los directivos toscanos en un ejercicio de plena confianza en aquel joven que despuntaba por su enorme calidad y larga melena, decidieron ficharlo en el mercado de verano de 1985.

La espera se haría eterna para los aficionados ‘violetas’ que ansiaban ver el debut de su joven promesa sobre la que tanto habían escuchado y tan poco habían visto. El debut de Baggio no llegaría hasta mayo de 1986, pero tras solo cinco partidos se rompería los cruzados de la rodilla izquierda, lo que le llevaría a perderse una temporada entera. Aquella fue la etapa más dura en la carrera de Roberto Baggio, llegó a acercarse a la religión budista e incluso le pidió a su madre que lo matara: «Le dije Mamá, si me quieres, mátame».

Roberto Baggio en una previa de partido con la Fiorentina. Fuente: ACF Fiorentina twitter
Baggio en una previa de partido con la Fiorentina. Fuente: ACF Fiorentina twitter

Cuando adquirió cierta continuidad en la temporada 87/88, Baggio empezó a enamorar al público del Artemio Franchi. Aunque su explosión llegaría en la siguiente temporada cuando gracias a sus 15 goles lograría clasificar a la Fiorentina para la ya extinta Copa de la UEFA. Su historia de amor con Florencia solo había hecho que empezar, ya que para la temporada 89/90 lograría llevar a la Fiorentina hasta la final de la Copa de la UEFA que perdería por 3-1 ante su futuro club, la Juventus de Turín.

Aquel mismo verano su fichaje récord -10 millones de euros-, por la Juve desataría el caos en la capital toscana. Los aficionados violetas se echaron a las calles para protestar contra la directiva por su venta. Florencia vivió noches de disturbios, lo que demostraba una vez más, hasta que puntos el aficionado violeta adoraba a su estrella. Baggio era símbolo de Florencia. Él se mostraría contrariado con su fichaje, pero los problemas económicos de la Fiorentina obligaron a forzar su venta.

En su primera visita con la escuadra ‘bianconera’ al Artemio Franchi, Baggio fue aclamado y ovacionado por los ‘violetas’. Aquella misma noche, dos anécdotas protagonizadas por Baggio no pasarían desapercibidas por el público local. “Il divino codino” dispondría de un penal que se negaría a chutar. En su explicación a posteriori, declaró que el portero rival lo conocía demasiado, aunque detrás de esta explicación probablemente residía el verdadero motivo: Baggio amaba tanto a Florencia, que era incapaz de dañar el sentimiento de una afición que le idolatraba. Su declaración de amor no terminaría con este gesto. Al ser sustituido, recogería una bufanda de la Fiore lanzada por el público del Artemio, una prueba más de la estima que tenía Baggio hacia la capital toscana.

Turín le vio explotar

Su estancia en Turín fue la más exitosa de su carrera. En la Juventus permaneció durante cinco temporadas en las que llegó a anotar 115 goles en 200 partidos. En la región del Piamonte, Baggio se consolidó como una estrella mundial. “Il divino codino” deleitaba cada fin de semana a los aficionados bianconeros con una dosis de arte estético y una capacidad anotadora abrumadora. Baggio era sinónimo de clase. Se desenvolvía en la demarcación del ’10’ pero con un olfato goleador de ‘9’ puro.

Los títulos, sin embargo, se le resistían al bueno de Baggio. La Serie A estaba repleta de grandes jugadores, y no era suficiente contar con una superestrella en el equipo para poder optar a títulos. Ademas, la competición estaba monopolizada por el Milan de Capello, el «superequipo» del momento, y Baggio a la edad de 25 años todavía no contaba con ningún título en su palmarés. En el verano de 1991, Trapattoni llegaría al banquillo bianconero para cambiar esa dinámica. Fue un proceso largo que terminaría dando sus frutos, ya que para la temporada 1993 la Juve se haría con la Copa de la UEFA, y Baggio lograría inaugurar su palmarés.

Aquella sería la mejor temporada en la trayectoria deportiva de Roberto Baggio. “Il divino codino” llevaría a los bianconeros a la conquista de un campeonato internacional y terminaría segundo en la lucha por el capocannoniere. Todos estos éxitos, junto con la plasticidad y elegancia con la que se desenvolvía sobre el terreno de juego, le hicieron merecedor del Balón de Oro de 1993.

Roberto Baggio levantando el Balón de Oro de 1993. Fuente: Sooluciona
Roberto Baggio levantando el Balón de Oro de 1993. Fuente: Sooluciona

Un Mundial con sabor agridulce

La figura y el recuerdo de Baggio siguen anclados al Mundial de 1994. Tras una fase de grupos complicada para el combinado italiano, en la que terminaría tercera y pasaría por la diferencia de goles, Baggio cargaría con su equipo a las espaldas y completaría unas eliminatorias directas de ensueño.

En octavos de final, con un gol suyo en el 89′ lograría forzar la prórroga ante Nigeria. Ya en el tiempo extra, otro gol suyo, esta vez de penal, clasificaría al conjunto transalpino. En cuartos de final se vería las caras contra España; Baggio anotaría en el minuto 88 para poner el definitivo 2-1 en el marcador. Antes de la final, Italia debería enfrentarse a la sorprendente selección búlgara en semifinales. “Il divino codino” no faltaría a su cita con el gol, y con un doblete clasificaría a los suyos a la gran final del Mundial de Estados Unidos.

Baggio estaba siendo la gran estrella del Mundial, sus goles habían llevado a la selección italiana hasta la final, pero debido a unas circunstancias inimaginables, el infortunio y la tragedia se apoderaron de “Il divino codino”. La final entre Brasil e Italia terminaría 0-0, y el resultado no se movería en la prórroga. Los penaltis dictarían sentencia y coronarían al nuevo campeón mundial.

Tras cuatro lanzamientos por equipo, Italia sumaba dos fallos por uno de Brasil, hasta que le llegó el turno a “Il divino” que debía anotar su penal y esperar un fallo del rival para seguir vivos. Baggio asumió la responsabilidad, pero su disparo se fue por encima del travesaño. Brasil se proclamaba campeón mundial en aquel mismo instante. Mientras Baggio, estrella de la competición, agachaba la cabeza abatido en su totalidad y clavaba su vista en sus botas, ante la incomprensión que le generaba haber lanzado de ese modo aquella decisiva pena máxima.

Roberto Baggio derrotado tras fallar el penalti decisivo en la final del Mundial de Estados Unidos 1994. Fuente: ESPN
Roberto Baggio derrotado tras fallar el penalti decisivo en la final del Mundial de Estados Unidos 1994. Fuente: ESPN

Aquella es una de las imágenes más icónicas en la historia de los Mundiales, y reúne todas las condiciones para ser la metáfora perfecta de lo injusto y caprichoso que puede llegar a ser el fútbol. Baggio pasó de ser la estrella y figura de la competición, a ser recordado por fallar en el momento decisivo.

Disputas con los grandes, cariño para los modestos

Los últimos años de Baggio estuvieron marcados por sus disputas con los grandes y el arraigo y cariño de los modestos. A lo largo de su carrera, Baggio siempre fue considerado un obrero del gol, un personaje arraigado a la cultura popular y siempre más próximo a la humildad que a la soberbia. Sin embargo, su carácter rebelde chocaba con los pesos pesados de los banquillos y las culturas de los grandes clubes.

Salió de la Juve por la puerta de atrás. La aparición de un joven canterano llamado Alessandro Del Piero, sumado a su mala relación con Marcelo Lippi terminarían forzando su salida. En su doble paso por la ciudad de Milán, primero para recaer en el AC Milán y posteriormente en el Inter, se reencontraría con dos viejos conocidos.

En el AC Milán coincidiría con Arrigo Sachi, uno de los mejores entrenadores de la historia, con el que ya había tenido sus más y sus menos cuando coincidieron como técnico y jugador en el Mundial de Estados Unidos de 1994. De nuevo, su mala relación sumada a sus discretas temporadas provocaron su marcha. En el Inter se volvería a reencontrar con Marcelo Lippi. El técnico italiano, que ya lo había relegado a un rol secundario en su paso por la Juve, repetiría la jugada y, tras solo dos temporadas, abandonaría su periplo por Milán. 

Sin embargo, en sus últimos años de carrera Baggio dejaría un gran recuerdo en las ciudades de Bolonia y Brescia. Para los ‘Rossoblù’ jugaría una única temporada entre sus idas y venidas a la ciudad de Milán. Aun así, aquella sería la mejor temporada en los registros anotadores para “Il divino codino”. Terminaría la temporada con 22 goles en su haber, y se ganó a pulso su convocatoria para el Mundial de 1998 y su fichaje por el Inter. Su paso por Bolonia fue breve, pero suficiente para llevarse consigo el respeto y admiración eterna de toda una ciudad.

Brescia por su parte, gozaría de los últimos destellos de calidad de Roberto Baggio. En la ciudad de la Lombardía, jugaría sus últimas cuatro temporadas antes de anunciar su retiro. Coincidiría con dos mitos del centro del campo: Pep Guardiola y Andrea Pirlo. Y a pesar de que sus últimas temporadas quizá no fueron tan buenas a nivel anotador y estuvieron marcadas por las lesiones, tal fue su impacto en la ciudad de Brescia que el club, tras anunciar su retirada, decidió retirar la camiseta con el dorsal ’10’.

Pep Guardiola entregando el brazalete de capitán a Roberto Baggio, cuando compartieron equipo en el Brescia. Fuente: El Punt Avui
Pep Guardiola entregando el brazalete de capitán a Roberto Baggio, cuando compartieron equipo en el Brescia Fuente: El Punt Avui

Baggio fue una estrella del Calcio de los 90, un icono al que no le hizo falta acumular una gran cantidad de títulos en su palmarés para ser recordado eternamente. Su plasticidad de movimientos y la belleza que desprendía en cada uno de sus toques de balón, le hizo ser el ídolo de toda una generación de niños italianos. Todos querían ser Baggio en el patio del colegio, el diez, el que se echaba su equipo a las espaldas y les acercaba a la victoria. Los padres y madres italianos por su parte, deseaban que llegara el fin de semana para sentarse en el sillón, y disfrutar de 90 minutos en los que “Il divino codino” hacía magia sobre el tapete.

Hábil, ágil, inteligente, elegante, regateador, capitán y goleador, 291 goles en 643 partidos como profesional le avalan. Cualidades de las que gozaba el diez italiano y que todos en nuestra niñez deseamos poseer, porque quizá, en el fondo, solo queríamos ser como Roberto Baggio.


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