Quien puede olvidar el gol que dio la primera Champions a su equipo o el que le permitió permanecer una temporada más en primera. El gol es esa línea que divide la gloria del fracaso y, aunque los futboleros lo tengamos asumido, es asombroso como un detalle tan substancial puede decidir el curso de un partido e incluso el de una temporada. Durante gran parte del siglo XX y XXI, hemos visto grandes jugadores, pero sobre todo grandes goleadores, porque no sorprende saber que los jugadores con más laureles a nivel individual son también los mejores goleadores: Pelé, Romario, Van Basten, Messi, Cristiano, Hugo Sánchez, Klose… A continuación, veremos algunos de los mejores y más decisivos goles de la historia:
Rivaldo y el cine:
Para abrir esta lista tenía que empezar por el que para mí es el mejor gol de la historia del fútbol. Sé que con este comentario me caerán muchos palos, pero como olvidar esos momentos en los que el fútbol se transforma en arte, en cine.
No había sido una temporada fácil para el club y, en este último partido de liga, se decidía cuál de los dos equipos jugaría la siguiente temporada la Liga de campeones. Rivaldo, el crack brasileño, ya había hecho méritos en aquel partido después de meter dos golazos para el recuerdo, pero su paso del mito al logo se forjó en ese último minuto de encuentro. Frank De Boer, central en aquel partido, puso un balón bombeado a media altura para Rivaldo, que se situaba al borde del área; en ese mismo momento se paró el tiempo y, como si de una película se tratase, Rivaldo, con un simple toque de pecho, se elevó el esférico por encima de la cabeza para realizar una chilena, como solo habíamos visto antes en Oliver y Benji. También quedó para el recuerdo el festejo de Rexach, fuera del banquillo, y de Joan Gaspart en el palco, completamente fuera de sí.
Ese gol me enseño que, aunque el fútbol no puede ser justo para los dos equipos, siempre te sorprende con esa magia única e intrínseca a él.

Gol de chilena de Rivaldo
Barcelona-Valencia, 2001
Sin ti no hay paraíso, Barrilete Cósmico:
Como número dos de esta lista, no podía faltar el gol que, aunque todo futbolero ha visto “tropecientas mil” veces, sigue habiendo algún detalle que va descubriendo con cada nuevo visionado. Mucha gente piensa que el gol de Maradona frente a Inglaterra, será recordado por la complejidad del diseño. Pero nada más lejos de la realidad. Hay goles que no son recordados por el contenido, sino por el contexto, y Maradona fue capaz de darles su particular victoria a los argentinos en medio de la vorágine de la guerra por las Malvinas.
Argentina, como ya comentaban muchos expertos, iba encaminada a ganar el mundial, pero antes de atar el saco tenían que superar a Inglaterra en unos cuartos de final, en el mítico estadio Azteca y ante más de 114. 000 personas. El minuto 55’, fue el escogido por el destino para que el crack argentino hiciese una obra de arte digna de estar colgada en el museo del Prado. Recibió el balón en medio campo y, con un buen control y algún que otro contacto con buena orientación, superó a dos rivales ingleses en el círculo central y empezó lo que para mí es la carrera más decisiva de la historia de los mundiales. Maradona, antes de situarse mano a mano frente al portero, superó a dos rivales más. Cuando se plantó delante del meta inglés, hizo un recorte para acabar introduciendo el balón en el interior de la portería.
Si habéis leído alguno de mis otros artículos, sabréis que me gusta mezclar el deporte con la sociedad, debido a que creo que esta simbiosis hace que este evolucione. Este gol fue el claro ejemplo de que el fútbol traspasa fronteras, porque a veces, una insignificante victoria puede devolver la alegría a una sociedad curtida en la tristeza.

Gol Maradona en el Mundial de 1986
Argentina - Inglaterra
La cabeza no sirve únicamente para pensar:
Cualquiera que me conozca sabrá que soy culé pero no forofo, aunque he de admitir que no es fácil para mí recordar este gol, por lo que significo para la hegemonía que tenía el Barça, que tras ese día se vio equilibrada. Supongo que lo habréis deducido, os hablo del gol de Sergio Ramos en la décima Copa de Europa para el Real Madrid. No entraré en detalles de si fue o no fue fuera de juego, porque creo que ya es un hecho de la historia del fútbol y, a no ser que se construya una máquina del tiempo, siempre formará parte de él.
Fue una temporada donde se criticó bastante el juego del conjunto merengue, pero, como siempre, el club blanco sacó el pundonor que le caracteriza en Europa y pasó eliminatoria tras eliminatoria, hasta llegar a aquella final sin precedentes. Les tocaba enfrentarse a uno de los mejores equipos del Atlético de Madrid que yo recuerde, por no decir el mejor.
Con un juego poco brillante pero muy pragmático, los colchoneros aguantaron el 1-0 a favor hasta el minuto… no creo que haga falta nombrar el minuto, ya que este forma parte de la historia del fútbol. Como iba comentando, los colchoneros aguantaron con el resultado a favor, hasta que en los minutos finales hubo un córner a favor del Madrid. Modric se dispuso a lanzar un saque de esquina que, por suerte para unos y desgracia para otros, fue milimétricamente teledirigido a la zona donde se situaba el de Camas, que como mandan los cánones, se suspendió en el aire y remató el balón dirección al palo opuesto.
Dicen que incluso del máximo rival se pueden aprender cosas y ese día aprendí que, tanto en el deporte como en la vida, nunca te puedes dar por vencido porque el destino siempre tiene algo maravilloso deparado.
Gol de Ramos en la final de la Champions de 2014
Real Madrid - Atlético de Madrid
Los ingleses pierden batallas, pero nunca la guerra:
Este partido, por motivos obvios, no lo pude ver en directo, pero lo habré visto millones de veces en diferido, ya que para mí es uno de esos partidos en los que el fútbol se vuelve puro espectáculo, puro éxtasis… Además, la final se disputó en el Camp Nou, sede del FC Barcelona y ambos equipos ya se conocían de antaño, pues habían formado parte del grupo D en la fase de grupos.
El Bayern se puso por delante en el marcador gracias a un libre director y, durante gran parte del partido, fue el claro dominador y dispuso de las mejores ocasiones. Pero durante el tiempo de descuento el Manchester United consiguió empatar. Si inesperado fue este gol, más lo fue el 2-1 en el minuto 93, aunque fue de parecida ejecución. Beckham volvió a sacar un córner desde la izquierda, Sheringham cabeceó en el primer palo y Solskjaer, como si la cosa no fuese con él, puso la bota para empujar el balón y batir de nuevo al incrédulo Oliver Kahn, que obtendría su revancha pocos años después en una final frente al Valencia.
El fútbol no siempre es una novela fantástica, pero cuando sucede algo sensacional hay que saber disfrutarlo.

Gol Solskjaer en la final de la Champions de 1999
Manchester United - Bayern de Munich
Minuto 111’:
Todo barcelonista tiene grabada en la memoria aquel libre indirecto. Siempre recordaremos aquella triangulación canónica, en lo que a las faltas respecta. Aquel chute, que no pasará a la historia por la belleza en su ejecución, pasará a la historia por su significado. El gol de Koeman en la final de Champions de 1992, significó un antes y un después, ya no solo en la historia del Barça, sino un antes y un después en la historia del fútbol mundial. Todos los futboleros sabemos que este no siempre es justo, pero en aquel instante, que mirado con perspectiva fue muy efímero, premió al propio futbol, porque el premio no fue para el conjunto entrenado por Johan Cruyff, el premio fue para un concepto, una manera de entender el deporte y una manera de inculcarlo.
Corría el minuto 109 de partido; ya con los músculos agarrotados y las fuerza en su mínimo, Txiki Begiristain recibió una falta en la frontal del área. Los jugadores de la Sampdoria comenzaron a recriminar aquella jugada como posesos, quizás fruto del cansancio o fruto de saber quién iba a ser el lanzador. Acto siguiente, Koeman cogió el balón, comentó la jugada con Stoítxkov y situó a un lado del esférico al extremo búlgaro y al otro a José Mari Bakero.
Cuando el árbitro usó su silbato para reanudar el juego, como se trataba de un libre indirecto, los futbolistas del conjunto italiano salieron como carnívoros en busca de su presa, hacia el balón, y, al unísono, Stoichkov jugó el balón hacia Bakero, que se limitó a parar el esférico. Después de aquellos momentos tan fugaces, todo se ralentizó; parecía que el destino llevaba tiempo preparando y diseñando aquel instante. Koeman, ese central excesivamente lento, que destacaba por su elegancia y su manera de entender el juego, lanzó un trallazo que se coló entre la barrera y batió al guardameta de la Sampdoria.
Como olvidar aquel minuto. Como olvidar aquella sensación de sentirte único, no solo en la victoria, sino en el cómo conseguiste esa victoria. Como olvidar aquella camiseta naranja tres tallas más grandes, aquel dorsal con el número cuatro y aquella barrera formada por jugadores italianos. Como olvidar la felicidad, cuando ya la has experimentado. Como olvidar aquel minuto, cuando todo lo que tienes es gracias a ese minuto.

Gol Koeman en la final de la Champions de 1992
FC Barcelona - UC Sampdoria
Estos son para mí algunos de los goles más importantes y decisivos de la historia. Para todos los amantes del fútbol, este consiste en algo más que en meter un balón en el interior de una red, pero, a fin de cuentas, los goles son lo único que nos proporciona felicidad. Y es que ¿qué es el deporte y la vida sin felicidad?.