Cuenta la historia que, entre finales del siglo pasado y principios de este, hubo una ciudad de la costa gallega que empezó a creer en el fútbol. La mística y el drama, elementos definitorios de la cultura gallega darían forma a una epopeya que años después aún perdura en la memoria de los coruñeses. La magia hizo de las suyas, y de la noche a la mañana el Real Club Deportivo de la Coruña pasó de jugar en segunda división a codearse con los más grandes del fútbol español. Se convirtió en el «Superdépor».
Sin embargo, el dramatismo, intrínseco en la cultura gallega, quiso que el Depor se quedara sin levantar su primer título liguero por fallar un penalti en el último minuto del campeonato. La historia reciente del Depor es un vaivén entre el drama y la mística, del descenso a la gloria, un fiel reflejo del pueblo gallego, pesimista de por sí, y mágico por sus lazos con la cultura celta.
La dupla Arsenio-Lendoiro
Hay historias que no se entienden sin ciertos nombres, porque ciertos nombres hicieron la historia. Como no podemos entender El silencio de los corderos sin Hannibal, ni Titanic sin Jack y Rose, el Depor de los 90 y principios de los 2000 no se entiende sin las figuras de Lendoiro y Arsenio Iglesias, los profetas del deportivismo.
Augusto Cesar Lendoiro ya era un personaje de culto en la ciudad antes de asumir la presidencia del Depor en 1988. Él, junto a otros socios, había fundado y presidido el HC Liceo, uno de los mejores equipos a nivel mundial en la disciplina de hockey sobre patines. Por su parte Arsenio llegaría a la entidad deportivista un año antes. Apodado “El brujo de Arteixo”, Arsenio era un fiel representante del ciudadano gallego; un ser sereno y reflexivo, que tomaría las riendas del club con el objetivo de devolver al Depor a primera división.
Tras más de una década sin pisar la máxima categoría del fútbol español, la dupla Arsenio-Lendoiro lograría el ascenso en la temporada 1991. Sin embargo, Arsenio renunciaría al cargo al finalizar la temporada. Aunque su ausencia, para suerte de los deportistas, fue efímera, ya que volvería en las últimas jornadas de la siguiente temporada para rescatar al equipo del descenso.

Arsenio y Lendoiro delante del túnel de vestuarios. Fuente: La voz de Galicia, Xose Castro
El nacimiento del «Superdepor»
El verano de 1992 marcaría un antes y un después en la historia del Deportivo. Lendoiro conocido por ser un duro y férreo negociador lograría fichar a dos estrellas del campeonato brasileño que cambiarían el rumbo de la entidad. Sus nombres: Bebeto y Mauro Silva. Fue llegar y besar al santo, su aterrizaje en la costa gallega no pudo ser mejor. Bebeto anotaría 29 goles en su primera temporada y Mauro se convertiría en uno de los mejores pivotes del mundo. Tras solo dos años en La Coruña en el verano del 94 ganarían el Mundial con Brasil, siendo figuras capitales para la obtención del título.
La magia hizo de las suyas en La Coruña, y en cuestión de días el Depor pasaba de evitar el descenso a tener en su plantilla dos de los mejores jugadores en su posición. La habilidad e insistencia negociadora de Lendoiro para traer a semejantes estrellas, así como el buen hacer de Arsenio para encajar las piezas fueron capitales para entender el crecimiento del Depor. La temporada 1993 el Depor terminaría tercero y obtendría por primera vez en su historia la clasificación a una competición europea. Había nacido el “Superdépor”.

Bebeto y Mauro Silva en la playa de Riazor. Fuente: Pablo Ortega
Otro de los jugadores capitales para comprender los éxitos del Depor fue Fran González, la magia hecha jugador. Fran era el Depor, criado en Galicia y canterano del club, era un habilidoso y técnico mediocampista que poseía una gran calidad técnica y una excepcional visión del juego. Era un mago del balón tocado por una varita, uno de los futbolistas más icónicos de los 90 en la liga española. Su figura iba más allá de un simple talentoso mediocampista. Fran representaba al pueblo gallego, hijo pródigo de Galicia, era una insignia del club como Koke lo es del Atlético o Xavi del Barcelona.
“O Neno”, como era apodado, fue el hijo futbolístico de Arsenio; él le entregó las llaves del navío para que comandara al Depor des del medio campo, ejerciendo como cerebro del equipo. Se retiró en 2005 tras diecisiete años vistiendo única y exclusivamente los colores del Real Club Deportivo de la Coruña; convirtiéndose así, en el jugador con más partidos en primera división con el club.

Fran Gozález, "O Neno", disputando un partido en la década de los 90 con el Deportivo de la Coruña. Fuente: rcdeportivo.es
La consagración
Pero si la temporada 1993 fue la del despegue del “Superdépor”, la de 1994 fue la de su consagración en la élite. El bloque que había consolidado Arsenio, liderado por Bebeto, Mauro Silva o Fran y secundado por Donato, Liaño, Djukic o López Rekarte se haría con el liderato en la jornada 14 y no lo abandonaría hasta la última jornada.
Era un equipo de índole defensiva que formaba en un 5-2-1-2 y que hasta día de hoy, sigue conservando el honor de ser el equipo que menos goles ha encajado en una temporada, 18 en 38 jornadas. Sin embargo, el equipo no se quedaba corto en el apartado ofensivo, Bebeto ponía los goles, 16 en aquella temporada; y Fran que actuaba como mediapunta dotaba de magia el juego de los blanquiazules.
El «Superdépor» tenía enamorado a media España, la magia se había adueñado de una ciudad de la costa gallega. Aquel equipo desprendía un carisma inaudito y España entera, excepto Barcelona y Vigo, gritaban el nombre de Depor con brío y honra. Se había generado una fiebre deportivista que se extendía por todo el territorio. Pero fue entonces, cuando la magia dio paso a la tragedia.
El drama
A falta de cuatro jornadas -las victorias valían dos puntos-, el Depor comandaba la tabla a tres puntos del segundo clasificado, el Barcelona. Dos empates ante Rayo y Lleida, equipos que acabaron descendiendo, y una victoria en la penúltima jornada de liga, situaría al Barcelona a un solo punto a falta de una jornada.
El drama se apoderó del Depor en la última jornada de liga, con el Barcelona ganando cómodamente al Sevilla, y solo le valía ganar al Valencia para conquistar el título. La historia quiso que, en el último minuto de liga y con el resultado reflejando un 0-0, el Depor dispusiera de un penalti para alcanzar la gloria eterna.
Donato sustituido y Bebeto falto de confianza para lanzar el penalti dieron el testigo a Djukic para que lanzara lo que era una verdadera pena máxima. Toda La Coruña se paró por un instante ante lo que podía ser el mayor título nunca antes logrado en la ciudad. Se hizo un trágico silencio que anunciaba el devenir de lo que acontecería unos segundos después. Djukic, el líder de la zaga deportivista, cogió el balón, lo plantó en los 11 metros y disparó a las manos de José Luis González.
La Coruña entera caía al abismo, se había estado a centímetros de conquistar el primer título en la historia del club. El Barcelona se alzaba con su cuarto título de liga consecutivo, pero el Depor había logrado algo más grande que un simple título. Aquel equipo había entrado a formar parte de los eternos NO-campeones, como la Brasil del 82 o la Holanda del 74. Con título o sin título, aquel equipo ya había hecho historia.
Lejos de quedarse en casa abatidos por la derrota, la hinchada deportivista inundó las calles para arropar a los suyos. La Coruña entera estaba llena de banderas y aficionados deportivistas, como si la liga hubiera caído en territorio gallego. Pero los coruñeses estaban celebrando mucho más que un título; daban las gracias al «Superdépor» por lo mucho que habían disfrutado de aquella histórica temporada.
La magia
El fútbol es hermoso, y le debía una al Depor después de lo ocurrido el año anterior. En 1995 el club lograría conservar la columna vertebral del equipo, y repetiría el subcampeonato de liga además de plantarse en la final de la Copa. Enfrente tendría al Valencia, rival que le había privado un año antes de obtener su primer título.
Al Depor se le había presentado una oportunidad irrepetible de saciar la sed de venganza. Aquella tarde en Madrid, Arsenio alineó a Liaño bajo palos; Rekarte, Voro, Djukic, Ribera, Nando conformaron la defensa; Aldana, Donato, Fran en la sala de máquinas, mientras que Bebeto y Manjarín serían los encargados de mover el electrónico.
La final se disputó bajo una lluvia que fue aumentando a medida que avanzaba el partido. Manjarín adelantó al conjunto gallego en el minuto 35, mientras que Mijatovic, bajo una tormenta de agua pocas veces vista en Madrid, igualaba el partido para los valencianistas en el minuto 70. La lluvia no cesó, la magia y el drama se habían unido para que el partido se disputara bajo un clima apocalíptico. La tormenta apoteósica junto al granizo y al fuerte viento que soplaba aquella tarde en Madrid obligaron al árbitro José María García-Aranda a parar el partido, cuando apenas quedaban once minutos para la conclusión del encuentro.

Final de la Copa del Rey 1994-1995 entre RC Deportivo de la Coruña vs Valencia. Fuente: AS
El tiempo restante de juego se pospuso tres días y se celebraría en la misma sede. Ni corto ni perezoso el Depor salió con todo a la reanudación, y a los dos minutos Alfonso, que había entrado sustituido en la segunda parte, adelantó al conjunto gallego en el marcador. El Valencia no tendría tiempo para reaccionar y tras el pitido final el Depor lograba el primer título de su historia.
Un trofeo marcado por la venganza tras sacarse una espina que llevaba un año entero clavada. Con la magia de obtener el primer título en la historia del club y con el drama, en forma de clima, que acompañó a todos los presentes aquella tarde en Madrid. Tres elementos que definen lo que es el Real Club Deportivo de la Coruña.
Arsenio dejaría el banquillo tras la conquista de la Copa, pero el periplo exitoso del Depor solo había hecho que empezar. Al inicio del nuevo siglo el Depor alcanzaría los mayores éxitos de su historia, llegando a obtener un título de liga, otra copa del Rey y alcanzando los cuartos de final de Champions por dos veces y la semifinales en el año 2004.
Todos estos éxitos que vinieron a posteriori no se pueden entender sin la base previa que sentó el “Superdépor”. Aquel grupo posiblemente no obtuvo su justa recompensa en cuanto a títulos, pero sentó un proyecto deportivo que, a la larga, daría sus frutos. La historia le deparó al “Superdepor” el papel de perdedor, y aún así, aquel equipo se ganó el respeto y la admiración de una nación pasando a formar parte de la historia del fútbol español por su carisma y su épica, pero por encima de todo, por su magia y su drama.
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