Lo que ahora van a leer es la historia que se convirtió en leyenda, de cómo un barco solo derrotó a una flota entera. El ‘Tamudazo’. Es día de derbi. Barcelona. Camp Nou. 9 de junio. 2007. 21:00 horas. Jornada 37. Barça y Espanyol. Espanyol y Barça.

Corría la penúltima jornada de la campaña liguera 2006-2007 y el Barça de Rijkaard, empatado a puntos en primera posición con el Real Madrid de Capello, se enfrentaba al Espanyol de Valverde. En las filas culés estaban desde hacía un tiempo los Valdés, Puyol, Xavi, Iniesta, Messi y compañía que más tarde acabarían adquiriendo la condición de inmortales en el imaginario culé y pasarían a formar parte de los libros de historia del fútbol mundial. Por su parte, en el bando blanquiazul estaban los De la Peña, Luís García, Kameni o Tamudo, ídolos de una generación perica, además del eterno capitán y tristemente fallecido Dani Jarque.

Desde el pitido inicial el partido transcurrió según lo previsto, con dominio total de los locales y un Espanyol que generaba muchísimo peligro con las rápidas transiciones conducidas por Lo pelat. El ambiente estaba tenso, enrarecido, la gente sabía lo que se estaban jugando. Cada balón perdido por parte del Barça fruto de la inseguridad era aprovechado por los visitantes para percutir en el subconsciente culé e ir haciendo mella en él. Cada jugada parecía tener un desenlace trágico. Se olía a leguas lo que iba a suceder. Y sucedió. 

«El ambiente estaba tenso, enrarecido, la gente sabía lo que se estaban jugando»

Minuto 29. La tiene Iván de la Peña, uno de los mejores jugadores de siempre cuando se trataba de dar el último pase; está cerca de la frontal del área, filtra el pase entre los defensores, Tamudo se queda ante Valdés y no perdona, balón a la escuadra y 0-1 en el marcador. Golpe bajo que enmudece al graderío.

Raúl Tamudo anota el 0-1 en el Camp Nou
Barcelona - Espanyol

Los minutos se siguen sucediendo y nada cambia. Todo parece estar igual que al principio. Pero hay algo distinto, los locales pierden. Es entonces cuando aparece Messi, que estaba hiperactivo moviéndose por todos lados, y se reencarna en Maradona. Zambrotta en banda derecha envía un pase de la muerte que rebota en Torrejón, lo que provoca que el esférico se levante y llegue a la cabeza de Leo, que anticipándose a Kameni empata el partido.

El Barça celebra, el Espanyol enfurece. Apenas el esférico supera la línea de portería los jugadores pericos se comen al árbitro y al asistente reclamando manos. Por la insistencia de las quejas el error parece clamoroso, pero el colegiado no se retracta. Es entonces cuando vemos la repetición y, efectivamente, la mano de Dios había vuelto a hacer de las suyas. Minuto 42, 1-1.  De esta forma llegamos al descanso.

Messi anota el 1-1 contactando el balón con'la mano de Dios'
Barcelona - Espanyol

Cuando se reanuda el fútbol, el duelo cambia de rumbo y los azulgranas se hacen dueños del partido con un juego más pausado que les permite no perder tantos balones como en la primera mitad. Los blanquiazules, por su parte, no consiguen encadenar tres pases seguidos ni salir de su madriguera. 

Así llegamos al minuto 56. Deco, que estaba realizando una actuación para el olvido, recibe de espaldas a portería un pase de Gudjohnsen, se gira sobre si mismo y pasa en profundidad para Messi, que cruza el balón con su pierna menos buena y supera a Kameni. 2-1.   

Las tornas han cambiado y el aficionado culé respira aliviado, igual que Laporta, pues saben que además de haberse adelantado, el Madrid pierde en La Romareda. El tiempo corre, cada vez más lento, y la ocasiones de los locales no paran de sucederse. El gol no llega. Algo o alguien no lo permite. No es el día. El destino tiene otros planes. 

Minuto 85, recibe Eto’o en medio campo y se la tira larga, supera por velocidad a Lacruz y tras una carrera de cuarenta metros se planta frente a su compatriota Carlos Kameni y sin demasiado ángulo chuta a portería. El guardameta despeja. Se desvanece la última oportunidad de sentenciar el match. Los corazones empiezan a latir más rápido, los aficionados están inquietos, las miradas no se apartan del terreno de juego y los que pueden escuchan el Zaragoza-Real Madrid por la radio. Ya no queda nada. Tienen La Liga a tocar de manos. Cinco minutos más.

Minuto 89, el narrador de Canal + Carlos Martínez comenta el empate de Van Nistelrooy. Se masca la tragedia. Justo en ese momento la tiene Rufete a unos treinta metros de la portería rival. Se saca de la chistera un pase magistral con la zurda, raso y al espacio superando a todos los defensores para que lo caze, quien si no, Raúl Tamudo. El artillero de Santa Coloma de Gramanet no desperdicia la ocasión y cruza el esférico de derecha a izquierda enviándolo, por debajo de las piernas de Valdés, al fondo de la red. Se acabó. Besa el escudo varias veces y engrandece, más si cabe, su leyenda. 

Raúl Tamudo firma 'el Tamudazo' con el 2-2 en el minuto 89
Barcelona - Espanyol

En menos de un minuto las esperanzas azulgranas se desvanecen. Se van. Como cuando las golondrinas migran y nos abandonan en otoño o como cuando la marea de la playa baja y deja metros y más metros de arena que antes no podíamos ver. 2-2 y final.

El hijo pródigo y máximo artillero histórico del RCD Espanyol Raúl Tamudo realizó una gesta al alcance de muy pocos y que cualquier perico soñaría con llevar a cabo algún dia. Doblete en el Camp Nou con gol en el último minuto para arrebatarle la liga al eterno rival. Será difícil que alguien consiga superar el legado que dejó en las filas pericas. Tamudo es y será eterno en el fútbol español.

Así es como la historia se convierte en leyenda. Un jornada fatídica para unos e histórica para otros. Esta es la historia de un gol, de un partido, de una liga. De cómo el Espanyol le arrebató un título al eterno rival. Así fue el ‘Tamudazo’ y así se lo he contado.