Cuando se dice que el fútbol es algo más que veintidós jugadores sobre un terreno de juego dando golpes a una pelota es por historias como esta. Tenemos que retroceder en el tiempo y situarnos en un periodo en el que la guerra asolaba Europa. Concretamente viajamos a diciembre de 1914, con la Primera Guerra Mundial -entonces llamada Gran Guerra- empezada hacía pocos meses. En el frente occidental, soldados británicos y alemanes disparaban sin cesar de trinchera a trinchera. Ante un escenario como este parece imposible imaginar siquiera un instante de tranquilidad, de felicidad, pero cuando llegó Nochebuena el tiempo se detuvo. Llegó la Tregua de Navidad.
Debe ser verdad que la Navidad tiene un punto de magia. Esa aura que inunda el aire y que nos hace a todos un poco más felices, como cuando suena el himno de la Champions. Llámenlo magia o llámenlo como quieran, pero el caso es que llegados a ese punto, en pleno campo de batalla, la Navidad y el fútbol fueron por unos días el refugio de miles de soldados que solo querían volver a casa y estar con sus familias.
Los alemanes colocaron árboles de navidad iluminados y, para sorpresa de todos, los aliados siguieron el ejemplo en lo que se conoció como la Tregua de Navidad. Un alto el fuego de mútuo acuerdo y surgido de forma espontánea, sin que los superiores firmaran nada. Los soldados cruzaron las trincheras para intercambiar saludos, charlas y comida. También hubo ceremonias funerarias conjuntas, intercambio de prisioneros y cánticos de villancicos. Además, yendo ya al quid de la cuestión, se disputaron partidos de fútbol entre bandos, formando así una de las imágenes más memorables de la tregua.

Alemanes rodeando el árbol de Navidad colocado en su trinchera, dando así inicio a la Tregua de Navidad. Fuente: Expedientes Bélicos
Así lo cuentan algunos informes, como una carta escrita por un médico adjunto a la Brigada de Rifleros, publicada en el Times el 1 de enero de 1915, informando de “un partido de fútbol (…) jugado entre ellos y nosotros frente a la trinchera». El teniente Kurt Zehmisch del 134° Regimiento de Infantería de Sajonia dijo que los ingleses «sacaron un balón de fútbol de sus trincheras y muy pronto se produjo el juego, que era maravilloso, pero muy extraño».

Recreación de uno de los partidos producidos en la Tregua de Navidad. Fuente: Arenga del Abuelo
Ante la mirada escéptica de muchos historiadores sobre la veracidad de estos hechos, Mike Dash dijo en 2011 que «hay muchas pruebas de que el día de Navidad se jugó fútbol, principalmente por hombres de la misma nacionalidad pero en al menos tres o cuatro lugares con tropas de los ejércitos rivales».
De entre todas, Dash enumeró al 133° Regimiento Real Sajón enfrentándose a las «tropas escocesas», a los montañeses de Argyll y Sutherland contra alemanes no identificados, informado en este caso del resultado, un 4-1 favorable a los escoceses. También jugaron partidos la artillería de campo real contra «prusianos y Hannovers» cerca de Ypres y los Fusileros de Lancashire cerca de Le Touquet, con el detalle de que la «pelota» era una lata de raciones de corned beef.

Soldados de distintos bandos fumando juntos un cigarro. Fuente: Expedientes Bélicos
Alfred Anderson, el último testigo de la Tregua de Navidad, en 2004 cuando ya tenía 104 años, en una entrevista para The Guardian afirmaba que recordaba el silencio, el «misterioso silencio», ya que “durante dos meses, lo único que había escuchado eran bombazos, disparos y voces alemanas en la distancia”.
Por último, el coronel J. E. B. Seely registró en su diario del día de Navidad que había sido «invitado a un partido de fútbol entre sajones e ingleses en día de Año Nuevo», aunque esto último parece ser que finalmente no ocurrió.
Así pues, esta maravillosa historia que nos brindó la Gran Guerra quedó inmortalizada en una espectacular y emotiva película digidida por Christian Carion, con el título de Joyeux Noël (Feliz Navidad). En 2014 la UEFA rindió un merecido homenaje por el centenario de este mágico acontecimiento inaugurando el monumento en Ploegsteert, cerca del antiguo frente de batalla en Bélgica, con el presidente de la UEFA Michel Platini a la cabeza.

Monumento en Ploegsteert, inaugurado por Michel Platiní en el centenario de la Tregua de Navidad. Fuente: Milenio
Además, también quisieron rendir homenaje a la Tregua de Navidad con un cortometraje de cuatro minutos, producido por la misma UEFA, en el que grandes estrellas del fútbol mundial como Wayne Rooney, Philipp Lahm, Hugo Lloris, Bastian Schweinsteiger y Gareth Bale leyeron las plabras escritas en las cartas que los soldados habian escrito en aquellos históricos momentos.
Habiendo visto ya las evidencias que hay de que sí se disputaron partidos entre soldados de ejércitos enfrentados, solo queda dar las gracias al fútbol. Este deporte que es capaz de paralizar una guerra, aunque solo sea por unos días, y hacer desconectar del horror que estarían viviendo tantos miles y miles de soldados.
Una lección más de lo importante del deporte, del compañerismo y de lo absurdo de las guerras. Quienes se estaban matando un día antes y lo continuarían haciendo días más tarde fueron capaces de paralizar el tiempo y compartir bonitos momentos gracias a este deporte. Por eso y por muchas más cosas no vuelvan a decir nunca que el fútbol es solo un juego en el que veintidós jugadores dan golpes a un balón.
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