The English Game o Un juego de caballeros es una producción de Netflix que narra la génesis del fútbol moderno que actualmente conocemos. Ambientada en la Inglaterra de finales del s.XIX, esta miniserie de 6 capítulos nos adentra en una sociedad lastrada por una desigualdad de clases que marcará el rumbo de la historia del Dawson, un equipo formado por trabajadores de una fábrica de algodón y cuyo propietario, James Walsh (Craig Parkinson), harto de resignarse al elitismo del deporte rey, opta por saltarse el reglamento e incorporar a los dos primeros jugadores asalariados de la historia: Fergus Suter (Kevin Guthrie) y Jimmy Love (James Harkness).
Seremos testigos de la transición del amateurismo al profesionalismo del fútbol, algo que no figuraba en la normativa de la Football Association (FA), la máxima autoridad por aquel entonces. Esta era dirigida por Arthur Kinnaird (Edward Holcroft), un adinerado banquero que a su vez capitaneaba a los Old Etonians, equipo insignia de la FA Cup y sospechoso de usar su preponderancia en las instituciones para aprobar leyes a su favor. Es así como la desigualdad y la corrupción conducirán un escenario donde la lucha de clases ocupará un rol esencial.
«La desigualdad y la corrupción conducirán un escenario donde la lucha de clases ocupará un rol esencial»
Los obreros, representados por los jugadores del Dawson, cuentan con unos sueldos y unas condiciones laborales muy por debajo del sustento necesario para satisfacer el gasto calórico necesario para sobrellevar largas jornadas en la fábrica, entrenamientos y partidos. La clase alta, por su parte, goza de toda una gama de privilegios que le permite conciliar la vida laboral con la deportiva. The English Game nos invita a conocer hitos históricos como la huelga de los trabajadores del algodón o la final de la FA Cup de 1883, que enfrentó a los Old Etonians con los trabajadores de Lancashire, integrantes del Blackburn Rovers F.C., suceso que marcó un antes y un después en el fútbol.
Con la llegada de Suter, observamos la transformación de un deporte anárquico y agresivo en cuanto a estilo de juego, que evoluciona con la aparición de la amplitud, la estrategia y el juego aéreo, conceptos que a día de hoy están muy interiorizados en las nociones tácticas de los equipos profesionales. Precisamente este detalle da lugar a una de las ironías de la serie: la antítesis de la elegancia y amor por el fútbol de los obreros que rompe con la brusquedad y corrupción de la élite.
«Con la llegada de Suter, observamos la transformación de un deporte anárquico y agresivo que evoluciona con la aparición de la amplitud, la estrategia y el juego aéreo»
Gran parte de su éxito se debe al esmero de su director, Julian Fellowers, que ha logrado crear una ambientación que juega a la perfección con los contrastes del refinamiento de la clase alta, visible en los banquetes de los Etonians, con la lúgubre realidad de los obreros, algo que lleva trabajando desde que en 2010 se embarcase en el proyecto de dirigir Downton Abbey. Por otra lado, también es posible que en las secuencias de los bares o en los rudos hábitos de los miembros del Dawson advirtamos cierta semejanza con la atmósfera de Peaky Blinders, salvando las distancias.
El gran defecto de la realización se halla en en algo tan significativo como difícil de representar: los partidos. Cualquier espectador espera toparse con una serie vertebrada por duelos apasionantes; nada más alejado de la realidad. Mientras las escenas principales tienen lugar fuera de los terrenos de juego, dentro de ellos encontramos poca acción más allá de los episodios finales. Quizá el desajuste más agravante venga dado por los porteros, que tienden a caer en gestos muy sobreactuados.
The English Game es un preludio de lo que actualmente representa el negocio del fútbol, pues si en su origen este tenía una finalidad equiparadora y un componente esencial para combatir las esferas de poder, ahora es el responsable de la desigualdad que lo regenta.
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